Los días de Juan Guaidó, la Presidencia Interina y el Gobierno de transición ya están contados. Por mayoría, la plenaria de la Asamblea Nacional del 2015 ha decidido cesar al ejecutivo presidido por Juan Guaidó en 2019, reconocido internacionalmente por más de 50 países como presidente legítimo de Venezuela.
La nuez de esta decisión impulsada por Primero Justica, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática recae en el valioso manejo de los activos del país en el exterior, como CITGO en EE.UU. y las reservas de oro ubicadas en Inglaterra. La mayoría en el parlamento propone preservar (y restructurar) las comisiones que el gobierno interino habría creado para ello, pero el asunto es más complejo a lo externo que a lo interno: ¿Están dispuestos los (pocos) aliados internacionales a ceder el reconocimiento a otra instancia opositora que no sea el Gobierno Interino?
EE.UU. adelantó que respetaría cualquier decisión que se tome en el seno de la asamblea, pero aseveró que se trata de una «situación legal complicada». Otros grandes aliados, como Brasil y Colombia, en sintonía con el retorno a la izquierda, ya han dado la espalda a Guaidó y han coqueteado con devolverle el reconocimiento a Nicolás Maduro como presidente.
El timming de este proceso pareciera resultar favorable solo para el oficialismo. En visperas de las primarias, expone aún más las costuras de la unidad opositora, quedando rezagada a la mesa de negociación en Mexico como único espacio real de influir en el poder.
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