El liderazgo de María Corina Machado está actualmente en su momento de mayor cuestionamiento ya que su rol en la dinámica política venezolana, específicamente como la principal adversaria al gobierno de Maduro y actual referente de la Plataforma Unitaria Democrática, pasó a una etapa inédita desde la clandestinidad. A pesar de los desafíos y las acusaciones de fraude electoral de las elecciones del 28 de julio que denuncia, Machado continúa con su labor, buscando apoyo tanto a nivel nacional como internacional.
El estrecho margen de maniobra en terreno con el que contaba María Corina Machado en tiempos de pre campaña y campaña electoral ha sido reducido prácticamente en su totalidad, si bien contó con un considerable poder de convocatoria con multitudinarias concentraciones, desde el anuncio de la victoria de Maduro sobre González Urrutia por parte del CNE, ha mermado su capacidad de movilización y ya no está en boca de toda la ciudadanía.
Entendiendo el complejo y tenso escenario postelectoral que atraviesa el país, los liderazgos políticos que no se adapten con miras a reinventar y reordenar la actual inercia política se desinflarán con el pasar de los días por el carácter dominante del liderazgo oficial. ¿Será este el caso de Machado? Aún es muy pronto para esa respuesta, lo que sí es cierto es que, debido a lo antes mencionado, su curso de acción se ha enfocado en mantener presencia constante por redes sociales, lo que ha llevado su lucha al campo digital enfocando sus esfuerzos a obtener apoyos en la arena internacional, en tratar de mantener encendida la llama de la esperanza con la cual logró movilizar a la ciudadanía en torno a su proyecto y mantener su relevancia estratégica. Para esto ha optado por una estrategia enfocada a explotar las herramientas de las redes sociales con Live, participación en podcast y colaboraciones con “influences”.
En este orden, se ha encargado de gestar, junto a Edmundo González ahora en el exilio, una red de apoyo internacional de políticos y autoridades políticas activas y en situación de retiro, con el objetivo de promover acciones que, desde su narrativa, “aumenten los costos de permanencia en el poder a Maduro”. De manera que, en la actualidad, su rol interno no es notorio fácticamente ya que no ha podido incidir en el terreno político institucional ni ha enfocado su curso de acción en movilizaciones de calle.
Recientemente, figuras políticas globales como el presidente de Chile, Gabriel Boric; el presidente de República Dominicana, Luis Abinader; el presidente de Argentina, Javier Milei; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y líderes importantes de Europa y Estados Unidos, han expresado su apoyo a la oposición venezolana, reconociendo la necesidad de una transición democrática en el país.
Estas declaraciones internacionales reflejan la preocupación global por la situación en Venezuela y resaltan la importancia de líderes como Machado y González Urrutia en el escenario político actual, de manera que precisar si se está desinflando o no el liderazgo de Machado es complejo ya que sigue construyendo una plataforma de apoyo internacional en contra del gobierno de Maduro.
No obstante, es necesario destacar que la labor de Machado no es percibida o comprendida por la mayoría de sus seguidores internamente ya que el lema “ganar y cobrar” no se ha materializado y ante la incertidumbre de cuándo y cómo “cobrar”, podría generarse un escenario de ruptura con su liderazgo.
En este sentido, es preciso destacar la diferenciación entre “capacidad de convocatoria en movilizaciones sociales” y respaldo político hacia un liderazgo. Lo primero está directamente condicionado por la oferta política, las garantías políticas e integrales de los ciudadanos y los beneficios fácticos de movilizarse (aquí influyen criterios económicos, seguridad e incluso capacidad de traslado).
De tal modo que, en escenarios tensos, no asistir a convocatorias de calle no siempre es sinónimo de falta de acompañamiento político a un liderazgo, sino que podría responder a criterios y motivaciones individuales que el liderazgo no puede garantizar en movilizaciones sociales. Aún así, el respaldo político hacia un liderazgo va más allá de su poder de convocatoria ya que se funda desde la percepción de la ciudadanía hacia el líder en función de si representa o no una opción de cambio político. La historia ha demostrado que existen líderes con gran capacidad de convocatoria y poco respaldo o popularidad política.
Dicho esto, es evidente que el liderazgo de Machado está en tela de juicio y romper con la “inercia política” y no salir de “respaldos comunicacionales y actividades digitales” le pasarán factura si no logra incidir realmente en la dinámica del poder, de manera que es indispensable para su significancia política mantener vigente la percepción de cambio que representa y evitar quedarse en retórica ya que en la actualidad la administración de Maduro sigue dominando la dinámica política y ha demostrado ser fuerte ante la adversidad.
Que se está desinflando o no su liderazgo es complejo y depende de la perspectiva desde la cual se analice. Por un lado, su influencia en la política venezolana es innegable, las restricciones impuestas por el gobierno y los desafíos constantes a su liderazgo plantean interrogantes sobre su capacidad para seguir siendo una figura central en la lucha por el cambio político en Venezuela.
En conclusión, el liderazgo de María Corina Machado sigue siendo una fuerza significativa en Venezuela. María Corina Machado ha demostrado ser perseverante y si no cambia su discurso en pro a la negociación y el diálogo después del 10 de enero, estaría en un complejo escenario. A medida que la situación en Venezuela continúa evolucionando, será interesante observar cómo Machado y la oposición se adaptan y responden a los desafíos futuros.