La guerra a gran escala entre Rusia y Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022, cuando el presidente ruso Vladimir Putin anunció una "operación militar especial" en Ucrania, irrumpiendo su territorio soberano. Dicha escalada tiene como antecedente la ola de protestas conocida como Euromaidán en 2013-2014 y la anexión de Crimea en 2014. Asimismo, desde el enfoque ruso, la búsqueda de Ucrania de acercarse a la Unión Europea y a la OTAN ha sido vista como una amenaza por parte de Moscú, lo que ha exacerbado las tensiones.
El conflicto armado se ha extendido por más de mil días afectando directamente la estabilidad de los países de la Unión Europea provocando un aumento significativo en los precios de la energía, especialmente del gas y el petróleo. Rusia, siendo uno de los principales proveedores de gas a Europa, ha reducido sus suministros, lo que ha llevado a la UE a buscar alternativas y a diversificar sus fuentes de energía en medio de las complicaciones que ha representado el corte de suministro por parte de Rusia.
En tal sentido, el aumento de los precios de la energía y los alimentos ha contribuido a una inflación elevada en muchos países de la UE. Las sanciones impuestas a Rusia y las interrupciones en las cadenas de suministro han afectado negativamente al comercio y a la economía de la UE y los países bálticos.
Todo esto ha reforzado la unidad entre los países miembros de la UE, que han adoptado una postura firme contra la agresión rusa proporcionado apoyo financiero y militar a Ucrania a la par de imponer sanciones a Rusia, afectando a sectores clave de su economía, como la energía, la banca y la tecnología. Todo esto ha obligado a las partes involucradas y afectadas a reconfigurar las alianzas internacionales, con la UE buscando fortalecer sus relaciones con otros socios globales y reducir su dependencia de Rusia.
Escalada del conflicto:
La reciente escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania se ha intensificado significativamente debido a la autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance, específicamente los sistemas de misiles tácticos ATACMS. Ucrania ha utilizado estos misiles para atacar instalaciones militares en la región rusa de Bryansk, lo que ha sido confirmado por el Ministerio de Defensa ruso. Aunque Rusia afirma que la mayoría de los misiles fueron interceptados, el ataque ha sido visto como una escalada significativa del conflicto. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, ha acusado a Occidente de querer escalar el conflicto y ha señalado que, sin la ayuda de Estados Unidos, Ucrania no podría utilizar estos misiles de alta tecnología.
En respuesta a estos ataques, Rusia ha actualizado su doctrina nuclear para incluir la posibilidad de usar armas nucleares en caso de una "amenaza crítica a la soberanía o la integridad territorial" del país. Esta actualización amplía los casos en los que Rusia podría considerar el uso de armas nucleares, no solo en respuesta a ataques nucleares, sino también a ataques convencionales con armas de alta precisión.
La autorización de estos misiles y la respuesta de Rusia han aumentado las tensiones internacionales, con preocupaciones sobre una posible escalada nuclear. La comunidad internacional está observando de cerca el entorno, ya que cualquier uso de armas nucleares tendría consecuencias catastróficas a nivel global.
La decisión de Estados Unidos de permitir el uso de misiles de largo alcance se produce en un contexto político relevante, con el presidente Biden buscando consolidar el apoyo a Ucrania antes de un posible cambio en la política exterior con la administración de Donald Trump.
¿Es posible acordar la paz en un corto plazo?
Ambos países han manifestado la necesidad de acordar la paz siempre que la misma responda a las condiciones que intentan imponer como requisitos indiscutibles.
- Retirada absoluta de las fuerzas rusas de su territorio, incluyendo Crimea y las regiones del Donbás.
- Respeto a sus fronteras reconocidas internacionalmente, lo que incluye la devolución de todos los territorios ocupados por Rusia.
- Garantías de seguridad que aseguren su soberanía e integridad territorial a largo plazo.
- Justicia para los crímenes de guerra cometidos durante el conflicto y reparaciones por los daños causados.
- El acuerdo de paz debe tener en cuenta la "realidad actual en el terreno", lo que implica reconocer los territorios que Rusia ha ocupado durante el conflicto.
- Exigencia de que Ucrania adopte una política de neutralidad, lo que significa que no debe unirse a alianzas militares como la OTAN.
- Desmilitarización de Ucrania, aunque esto no implica la eliminación total de sus fuerzas armadas, sino que Ucrania no debe representar una amenaza para la seguridad nacional de Rusia.
- Que Ucrania deje de ser una "herramienta en manos de otros países", refiriéndose a la influencia y el apoyo militar de Occidente.
Estas condiciones manifiestan las profundas diferencias entre ambas partes y la complejidad de alcanzar un acuerdo de paz duradero. La situación sigue siendo muy dinámica y las negociaciones son difíciles debido a las demandas contrapuestas y a la escalada en terreno.
En este orden, no se vislumbran hasta ahora posibles acuerdos de paz entre Rusia Ucrania, por lo cual la viabilidad o no de un entendimiento cercano estaría ahora bajo la influencia de Estados Unidos al mando de Trump.